Una confesión de omisión y negligencia sistémica.
La escalofriante verdad salió a luz. “Temían las represalias”, confesó un informante, su voz cargada de angustia. “Por eso eligieron ignorarlo”. Oír estas palabras fue como adentrarse en una narrativa entramada, donde la indiferencia burocrática eclipsó la justicia. No eran solo días desafortunados, sino un abandono sistemático de proporciones abrumadoras. La institución lo dejó operar sin freno, y muchos sufrieron por ello.

Una confesión de omisión y negligencia sistémica.
Unidos levantamos nuestra voz y luchamos.
Juntos resucitamos Se había salido con la suya porque todos evitaban el desastre. Sin embargo, esa realidad se transformaba. Un grupo considerable de mujeres se unió, y nuestras voces se alzaron tanto que no podían ser pasadas por alto. Nos levantamos y comenzamos a gritar nuestras verdades. Esta se volvió nuestra historia, nuestra determinación, un punto donde el miedo perdió su dominio. Fue aquí donde la dinámica se transformó, donde una barrera fue erigida y fue imposible ignorarnos. Algo monumental estaba tomando forma.

Unidos levantamos nuestra voz y luchamos.
