El candado se rompe
Albert agarró la roca con ambas manos, su superficie rugosa le recordaba tanto su peso como sus años. Sin embargo, al levantarla, una oleada de adrenalina le recorrió y avivó su determinación. Con un potente golpe, hizo caer la roca sobre el candado. La fuerza reverberó en sus brazos, pero la gratificación instantánea de ver cómo el candado se rompía bajo el golpe hizo que el esfuerzo mereciera la pena. Era una prueba fehaciente de su implacable determinación: ningún obstáculo podía quebrar su voluntad de perseverar.

El candado se rompe
Un paso rápido
El tintineo metálico del candado al golpear el suelo resonó en el túnel, una interrupción breve pero discordante. Albert no podía permitirse saborear este pequeño triunfo; el lobo ya se había abierto paso a través de la puerta, implacable en su persecución. Siguiéndole de cerca, Albert entró en una cámara en la que se abrían tres nuevos caminos, cada uno de ellos oculto tras una puerta. Una oleada de expectación le recorrió, rebosante de las posibilidades desconocidas que le aguardaban.

Un paso rápido